Que el dinero no da la felicidad es un mantra que nos repetimos durante toda nuestra vida y, de hecho, nuevos estudios y encuestas sobre salario emocional y felicidad en el trabajo lo confirman. Y aunque el salario (74%) suele ser una de las principales motivaciones de los trabajadores a la hora de cambiar de empleo, un informe reciente elaborado por InfoJobs confirma que hay otras cuestiones que preocupan a los profesionales españoles y por las que, si pudieran, cambiarían decididamente de trabajo.
Una de las más relevantes es la de poder compaginar la vida personal y profesional (53%), tener un mejor horario (50%), trabajar en un proyecto que motive más (42%) o seguir aprendiendo (39,5%). Es evidente, pues, que las mejoras que los profesionales en activo buscan para su futuro más inmediato tienen que ver con lo que se denomina ‘salario emocional’.
¿Qué es el salario emocional?
Empecemos por el principio. Es posible que últimamente hayas leído o escuchado hablar sobre salario emocional, pero no sepas muy bien a qué se refiere el término, ni por qué te interesa conocerlo. Ya sabes que hay diferentes tipos de salarios.
Está, por ejemplo, el salario fijo, el salario variable y hasta el salario en especie. Todo depende de la óptica o clasificación desde la que se mire. El salario emocional, sin embargo, no es algo tangible como el dinero o el pago en especie. En su paraguas encontramos todos aquellos beneficios o ventajas que nada tienen que ver con el dinero propiamente dicho, pero que de igual modo forman parte de la retribución que un trabajador o empleado recibe de su empresa a final de mes.
Se trata de todo aquello que motiva, satisface y, en definitiva, contribuye a la felicidad de las personas que trabajan en una empresa, de tal modo que llegan a sentirse parte de ella y alimenta su voluntad de quedarse por mucho tiempo, con unas expectativas de futuro en positivo.
¿Por qué es tan importante?
Los tiempos han cambiado, porque cambian siempre. No somos una generación más especial que las demás, pero nuestras prioridades han mutado. Y no hablamos únicamente de los millennials, no. Las generaciones que estamos actualmente en activo le damos mucha más importancia a la conciliación y a nuestras posibilidades de crecimiento, tanto a nivel personal como profesional. De todo esto depende que queramos pasar muchos años trabajando en una misma empresa. O todo lo contrario.
La productividad también es un factor clave para las empresas, que saben a estas alturas que la cantidad de horas que dedican sus empleados a estar en las oficinas no está directamente relacionada con una mayor productividad.
De ahí que sea tan importante establecer una relación de confianza con los empleados, trabajar en base a unos objetivos y dar márgenes, opciones y posibilidades a las personas que un día apostaron por formar parte de nuestra organización.
¿Pero en qué se materializa exactamente el salario emocional?
Vale, estamos convencidos de que el salario emocional es una herramienta importante para fidelizar talento y atraer de nuevo, pero, ¿cómo lo aplicamos a nuestra empresa y qué beneficios aportará tanto individualmente como al conjunto?
Promueve un buen ambiente laboral
Es fundamental. En una empresa y en cualquier otro lugar en el mundo. Un entorno laboral sin conflictos es el más idóneo para que los proyectos puedan salir adelante. ¿A quién le apetece trabajar rodeado de hostilidad? Hay que fomentar el buen ambiente y tratar de detectar cualquier foco negativo que pueda producirse para darle solución antes de que la bola de nieve se haga demasiado grande. Tanto como para arrollarlo todo a su paso.
Ofrece oportunidades de crecimiento y desarrollo
Una de las principales motivaciones de los millennials a la hora de acceder o no a un puesto de trabajo tiene que ver con las posibilidades de crecimiento y desarrollo que les puede ofrecer la empresa. Visualizar un horizonte en positivo motivará a los profesionales y hará crecer en ellos la satisfacción y la voluntad de seguir formando parte de la empresa.
Sentirse cómplice de un proyecto común pasa por ayudar a las personas a desarrollarse, tanto a nivel personal como profesional. De este modo, la empresa tiene por delante la importante responsabilidad de ofrecer a sus trabajadores oportunidades para aprender, ampliar sus conocimientos y entrenar sus habilidades desde el principio y hasta el final de su trayectoria.
Encaja con sus valores y aspiraciones
¿Cómo es de verdad tu empresa por dentro? De nada sirve que en tu listado de valores y cultura de empresa de cara al público digas cosas que luego poco tienen que ver con la manera en cómo tratas a tus trabajadores o cómo despliegas tu estrategia comercial. Los empleados deben sentir que forman parte de una empresa que hace y dice lo que de verdad predica. Y que lucha, en definitiva, por alcanzar metas sólidas, fundamentadas en unos valores firmes.
Esto también es importante tenerlo en cuenta en la etapa de reclutamiento, porque durante el proceso de selección tendrás la oportunidad de conocer a fondo cuáles son los valores y aspiraciones de los candidatos y saber, en consecuencia, si pueden encajar o no con los de la organización.
Sé flexible y empático
Ya hemos dicho, en una y mil ocasiones, que la productividad no depende de la cantidad de horas que echemos en la oficina. Lo que de verdad importa es la flexibilidad: tener tiempo para llevar a tus hijos al cole y recogerlos a tiempo, para poder salir del despacho antes de que se haga de noche o para llegar a casa sin la sensación de haber sido arrollados por un tren llamado trabajo.
En realidad todo es mucho más sencillo cuando das tiempo a tus empleados para que puedan ir al médico sin prisas o para que prueben (o probéis, mejor dicho) las ventajas del teletrabajo. La rigidez en todo esto no nos servirá de nada, mucho menos si de partida tienes a unos profesionales dispuestos a cumplir con sus objetivos y a contribuir en el proyecto de empresa.
Haz que se sienta parte de la empresa
Hemos hablado de la importancia de hacer que los valores y la cultura de nuestra empresa encajen con los de los empleados, pero hay otra cuestión que debes tener en cuenta. ¿Están tus trabajadores verdaderamente implicados en la toma de decisiones de la organización? ¿Sueles tener en cuenta sus opiniones y/o recomendaciones?
Para que sientan que son valorados y tomados en serio tienes que escuchar atentamente sus propuestas, leer sus informes y tratar de encajar sus ideas dentro de los proyectos. Si desestimas todo lo que te proponen y no muestras ningún interés en lo que hacen, lo más probable es que se sientan decepcionados. Y es así como el talento suele marcharse con la música a otra parte.
¿Y tú, que estás dispuesto a hacer para rodearte de los mejores?