Estamos viviendo tiempos convulsos. Dos años después de que estallara una pandemia global que puso en jaque la estabilidad de nuestro sistema en todos los sentidos, hoy nos enfrentamos a un contexto especialmente complicado, en parte debido a la guerra de Ucrania y, por supuesto, a la crisis de la energía y las materias primas. Esto ha provocado una subida generalizada de los precios, que al mismo tiempo ha disparado la inflación hasta cifras que no veíamos desde 1985.

La inflación tiene consecuencias directas sobre la economía de un país, porque el valor de la moneda se reduce. Por tanto, con el mismo dinero podemos comprar menos cosas y las personas ven reducido su poder adquisitivo. Mientras dure la inflación, los ciudadanos ahorrarán menos y podrán adquirir menos bienes y servicios. Por tanto, es muy posible que la situación se vuelva complicada para muchas familias y empresas.

La ministra Calviño ha advertido en sus últimas comparecencias de que la situación se tornará difícil en los próximos trimestres. Incluso ha llegado a reconocer que ha desbordado al Gobierno, por ser más elevada y persistente de lo que habían previsto. Así pues, y teniendo en cuenta este contexto, ¿cómo afectará la inflación a las empresas en los meses siguientes?

¿Cómo afectará el contexto actual de inflación a las empresas?

¿Cómo repercute la inflación en las empresas? 

Según datos de la consultora CEDEC, la inflación difícilmente se estabilizará en el corto plazo. Por tanto, las previsiones de recuperación económica se verán afectadas, y las economías, tanto de familias como empresas, quedarán maltrechas. Por tanto, las previsiones de crecimiento tienen que situarse siempre por encima del dato de inflación actual. ¿Qué pasará si esto no ocurre? Pues que la inflación absorberá el capital del crecimiento y remontar la situación económica será muy complicado.

Para las empresas, los efectos de la inflación en altos niveles como los actuales son los siguientes:

  • El incremento de los costes de producción es difícil de transferir a los precios o tarifas de los productos o servicios
  • Las empresas que lo tengan más difícil, podrían bajar precios para mantener la situación y afectaría el resto de empresas
  • Suben los costes de las compras de maquinaria, alquileres, suministros, energías y, por tanto, se reduce el margen y la liquidez
  • Se hace mucho más difícil acumular capital para hacer nuevas inversiones y mejorar en competitividad
  • La competencia se endurece y los comerciales hacen más agresivas las estrategias para captar clientes

La importancia de contar con un buen asesoramiento

Gestionar una empresa en tiempos de inflación – y de inflación tan elevada – es complejo. Por tanto, hay que dejarse de ayudar por un experto. El control y la planificación tienen que ajustarse como un reloj. A través del asesoramiento, se pueden desarrollar políticas de reducción de costes, control de gestión y reestructuración de deuda.

Hay que buscar, y hacerlo a conciencia, las ventajas competitivas (y desarrollarlas, claro) poniendo en valor el producto o el servicio que ofrecemos, en lugar de reducir los precios. Además, conviene innovar a través de estrategias comerciales y nuevos planes de fidelización que contribuyan, no solo a evitar la pérdida de clientes, sino a ganarlos, teniendo siempre claro que esta crisis vinculada a la inflación se alargará en el tiempo.

Escrita por Woffu Editor