Actualmente vivimos en una sociedad de cambio permanente. A raíz de la transformación digital, el entorno laboral apuesta cada vez más por el trabajo líquido. El aumento de la competencia, una mayor regulación y las nuevas necesidades del mercado impulsan a las empresas a ajustar sus modelos de negocio. Ante este panorama, las compañías deben aprender a gestionar la incertidumbre, algo que solo puede hacerse desde el cambio y la flexibilidad laboral.
Del trabajo sólido al trabajo líquido
Esta nueva forma de entender el trabajo se contrapone a las estructuras del trabajo sólido, propio de la era industrial (horarios fijos, estabilidad laboral o una relación exclusiva entre empleado y empleador). Para María-José Dunjó, especialista en Cambio y Reinvención Profesional, “Lo importante bajo este nuevo paradigma es el valor diferencial que aportamos (talento, conocimiento, experiencia y competencias), y el modelo de negocio bajo el que ofrecemos nuestros servicios (horarios flexibles, sostenibilidad laboral y relaciones no exclusivas de empleados y empleadores)”.
Así, pasamos del trabajo sólido al llamado “trabajo líquido” (o liquid workforce, en inglés). Este término, acuñado por Accenture, consiste en emplear una variedad de recursos distintos (internos y externos) para satisfacer las necesidades del negocio, ajustando esos recursos conforme estas necesidades cambian.
Control horario y flexibilidad laboral
Aunque pueda parecer lo contrario, esta flexibilidad laboral se consigue de manera más efectiva con medidas como el control de presencia. Según Unai Sordo, secretario general del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), “muchas empresas pretenden confundir el registro de la jornada con el control horario, y de lo que se trata es de regular correctamente la jornada de trabajo, el teletrabajo y la desconexión digital, implantando sistemas de registros adecuados a las actividades de las empresas”.
Es lo que opina también Victoria Miravall, Payroll & HCM Product Manager de Wolters Kluwer, quien nos anima a ir un paso más allá de la obligación legal del control horario. La gestión eficiente del tiempo conlleva ventajas “tanto para la compañía como para sus trabajadores, como la flexibilidad horaria, la conciliación laboral y familiar, el control real de las horas extraordinarias y el cumplimiento de otras obligaciones de seguridad y salud como el descanso entre jornadas”.
Así, la digitalización del tiempo fomenta un clima de confianza con el empleado. Al quedar reflejadas las horas reales que ha invertido en la empresa hay una mayor transparencia, evitando malentendidos entre las partes.
Ventajas de la flexibilidad laboral
A simple vista, parece que la digitalización del tiempo y el registro de la jornada vaya en contra de esta tendencia a la flexibilidad laboral. Sin embargo, reporta beneficios tanto para empresas como para empleados.
Para los trabajadores
El registro de la jornada ayuda a acabar con la actual tendencia a las horas extra (muchas veces no remuneradas) que impera en nuestro país. El año pasado, según el informe “La prolongación no retributiva de la jornada laboral” elaborado por CCOO, 1.046.000 asalariados trabajaron a tiempo completo con una jornada superior a la pactada. Y según la Encuesta de Población Activa (EPA), en el cuarto trimestre de 2018 se realizaron 6,4 millones de horas extraordinarias en España, de las cuales el 48% no se abonaron y, por lo tanto, no cotizaron.
Para las empresas
El control horario es indispensable para la flexibilidad laboral, ya que permite prácticas como el teletrabajo o los horarios flexibles, sin perder control acerca del tiempo trabajado. Además, resulta útil para saber si los empleados están realizando horas extra o si, por el contrario, existe absentismo no justificado. Por otra parte, ofrecer flexibilidad también supone recibirla por parte de los trabajadores. Según Wayne Berger, CEO de IWG PLC Canadá y Latinoamérica, “los empleados que pueden organizar sus propias condiciones de trabajo son más proclives a responder solicitudes de última hora”. De esta manera, no estamos frente a una vuelta al pasado y a la cultura del presencialismo, sino un paso hacia un futuro de trabajo líquido y flexibilidad laboral.
La flexibilidad laboral, una tendencia global
Esta tendencia al trabajo líquido no se da únicamente en España, sino que es un fenómeno global. Para los trabajadores canadienses el trabajo flexible no es un beneficio extra, sino algo que se da por hecho. El estudio The IWG Global Workspace Survey recoge que el 85% de los profesionales en Canadá rechazaría un trabajo que no ofreciera flexibilidad.
En Europa, el mejor ejemplo lo encontramos en Holanda, país a la cabeza de la digitalización de las empresas. Desde el año 2016 cuentan con una ley que regula el trabajo flexible. La Wet op flexibel werken (Wfw) establece los requisitos que las empresas deben cumplir al registrar la jornada de sus trabajadores (incluyendo descansos, días de vacaciones y bajas por enfermedad).
Según una encuesta llevada a cabo por SD Worx, en un 42% de las empresas holandesas el fichaje es obligatorio para todos los empleados. Y los que están exentos, es por razones de tipo o nivel de trabajo. Lo que pone de manifiesto que la flexibilidad no está reñida con el registro de la jornada. De hecho, según un estudio realizado por IDC, casi un 70% de las empresas en los países bajos tienen una política BYOD (Bring Your Own Device o “trae tu propio dispositivo”), lo que permite a los empleados teletrabajar.
Establecer un clima de confianza
El trabajo líquido y la flexibilidad laboral son una tendencia al alza en todo el mundo. Sin embargo, esto no implica que haya una falta de control. Woffu es una solución SaaS experta en la optimización de la gestión del tiempo de los trabajadores, que se entiende desde un entorno colaborativo. Como consecuencia, medir el tiempo no se limita a controlar a qué hora llegan y se van los empleados, sino que se centra en establecer un clima de confianza y transparencia. Las empresas que entiendan esto y se adapten al nuevo paradigma serán quienes obtendrán el éxito social de forma acelerada. No hay vuelta atrás.