En un entorno tan cambiante e inseguro como el actual, los antiguos jefes ya no tienen razón de ser. Lo que hoy se busca en los procesos de selección cuando se pone la lupa en los puestos de responsabilidad es un líder que al mismo tiempo sea un agente de cambio. Y es que no basta con saber cómo funciona el negocio o tener amplios conocimientos sobre la situación que está atravesando el sector.

Lo que se pide a un líder, que además sea agente de cambio, son una serie de conocimientos y destrezas que le permitan hacer frente de manera proactiva, por supuesto, a un entorno laboral cada vez más cambiante. Se trata, resumiéndolo en tres grandes bloques de que el nuevo líder:

  1. Sea capaz de mantener, aumentar e incluso disparar la eficacia y la productividad de los equipos
  2. Cuente con las herramientas para cultivar un ambiente laboral positivo y favorable al cambio
  3. Consiga sacar lo mejor de las personas para que se conviertan en protagonistas de los éxitos colectivos

¿Qué cualidades hacen de un líder un agente de cambio?

Las cinco cualidades que hacen de un líder un agente de cambio 

A la hora de contratar a los actuales líderes, las empresas y los equipos de RRHH en particular deben tener en cuenta una serie de cualidades, además de aspectos técnicos y académicos que se conformarán como rasgos de valía del líder y, por tanto, de la posibilidad de que también se incorpore a la organización como verdadero agente de cambio. Para nosotros, estas cinco cualidades son clave:

1. Vista de lejos: la capacidad para construir una estrategia a largo plazo

En entornos VUCA como son los actuales, son muchas las variables que hay que tener en cuenta a la hora de poner en marcha una estrategia dentro de un departamento, que además esté alineada con los grandes objetivos de la empresa.

Por tanto, lo que se exige a un líder que también sea agente de cambio es conocer el sector en el que trabaja a lo ancho y a lo largo, pero también estar bregado con los contextos: tener una cultura amplia y una buena capacidad analítica, que le permita establecer las prioridades y objetivos de una estrategia a largo plazo.

La idea es que no sea necesario realizar giros de volante importantes, pero si es preciso hay que poder encajar giros de guion más o menos profundos. Esto contribuirá a proporcionar seguridad a las personas, que sentirán que, en efecto, la nave está siendo pilotada por alguien muy capaz. ¡El cambio se habrá iniciado!

2. Entusiasmo, ganas y valor: para enfrentarse con solidez a los tiempos que corren

Hay que dar por finiquitadas las etapas grises, en las que el trabajo es concebido como un medio de vida, que nos aporta dinero y poco más. Dedicamos buena parte de las jornadas a trabajar para nuestras empresas, de modo que es importante que un líder agente de cambio sea entusiasta, le ponga ganas y mucho valor para desempeñar sus responsabilidades y defender a sus equipos con solidez.

Dedicando tiempo, transmitiendo interés y escuchando a la gente se activa el cambio. Las personas que rodean al líder sentirán que esa persona cree en lo que hace y aporta todo aquello de lo que es capaz para conseguir los objetivos compartidos. Y es que, como se dice popularmente, es difícil que uno pueda dar aquello que no tiene.

3. Responsabilidad para asumir los triunfos: pero también para aceptar los fracasos

No siempre se gana. De hecho, son muchas las ocasiones en las que, tanto en el trabajo como en la vida, se pierde. Un líder que es agente de cambio ha de ser capaz de revertir el pensamiento de que todo fracaso es una razón de peso para hundirse. Asumir los triunfos es aparentemente fácil. Algunos jefes son incapaces de compartir aquellos logros que son de todos. Los hacen suyos y ya no los sueltan. En cambio, cuando un fracaso acontece, son habilidosos en entregar la culpa a los demás.

Un líder que es agente de cambio ha de ser lo suficientemente responsable como para compartir los triunfos y subrayar el valor y la responsabilidad que cada uno de los miembros del equipo han tenido en el proyecto.

Del mismo modo ha de estar preparado para aceptar los fracasos, para atribuirse la parte de responsabilidad que le corresponde (que es mucha) y poner la lupa en aquellas carencias y debilidades que en esta ocasión no han contribuido al éxito. En sus manos también tendrá aportar soluciones, estrategias y herramientas para que en el futuro estos sean capaces de administrarlas y triunfar.

¿qué aspectos técnicos y académico se tienen en cuenta en la selección actual de líderes?

4. Habilidades comunicativas: para hablar de todo y con todo el mundo

Sin comunicación no hay liderazgo que valga. Y aunque suene a lugar común, la comunicación hay que trabajarla a diario para pasar página de aquellos modelos basados en una comunicación superficial, vacía o, en ocasiones, negativa, demasiado comunes en los tiempos que corren.

Un líder que es agente de cambio ha de usar las distintas herramientas tecnológicas que tiene a su alcance para facilitar el camino de la comunicación, pero es indispensable que al mismo tiempo cultive su faceta más humana, manteniendo conversaciones de tú a tú, escuchando y tratando de inspirar a aquellas personas que forman parte de su equipo.

Si domina la comunicación verbal y no verbal, el líder transformador hará todo lo posible para que la comunicación fluya entre los miembros del equipo y estará fomentando un ambiente sano, agradable e inspirador.

5. El coraje y las ganas de crecer: las puertas abiertas a la formación permanente

El último punto que ha de interesar a aquellos líderes que quieran ser agentes de cambio tiene que ver con la valentía, el coraje y las ganas de crecer. Las personas necesitamos tener objetivos en la vida que nos permitan seguir avanzando, creciendo y desarrollándonos como individuos sanos y para ello la formación es indispensable.

Es cierto que tras los años tenemos nuevas responsabilidades y menos tiempo, así que es normal que nos dé pereza seguir formándonos. Sin embargo, en la formación permanente podemos (y debemos) encontrar nuevas razones para seguir adelante y adaptarnos a los tiempos que corren.

De hecho, no importa que no tengamos un puesto de gran responsabilidad. Sea cual sea nuestra posición, estar abiertos a la formación es básico para seguir manteniendo encendida la llama y la chispa de la curiosidad.

Escrita por Laia Hernando